EL APOCALIPSIS FINANCIERO

Estoy por cambiarle el nombre al blog, ponerle algo así como “El blog de la piedra rodante”, por el síndrome crónico que padece de hace un par de años a esta parte y que convierte a cada post en “probablemente” el último.

Nada, rescato este espacio para prevenirles: compren conservas y agua, se acerca el apocalipsis financiero.

 

Bueno, claro, dicho así parezco un fulano con una campana y un cartel colgando anunciando que el fin está cerca. Pero les juro que no es cosa mía. Hace tiempo que cualquiera puede observar que la economía española cae a plomo. El profesor Gay de Liébana viene advirtiendo desde hace tiempo que nos hemos metido en un bache tan profundo que no tiene salida. Otro agorero pueden pensar, lamentablemente es un profesor de economía con la cabeza bastante despejada y los pies en el suelo.

Y no, no nos hemos metido nosotros solitos en este barullo, según las cifras de deuda del ejercicio 2011, el 62% de la deuda pertenece a empresas privadas, es más, de ese 62% un gran porcentaje pertenece a unas pocas cajas y constructoras, que, allá por 2007-2008 cuando empezaba a asomar la crisis, decidieron que ese marrón se lo iba a comer sus “yo del futuro” y refinanciaron su deuda.

Que sí, que todo esto forma parte de un diagnóstico que se nos ha repetido unos centenares de veces en blogs, foros y artículos, además por gente que conoce mucho mejor el comportamiento de la economía que yo.

Bueno, hay otra escuela de periodismo que achaca la crisis actual a que usted y yo vivimos “por encima de nuestras posibilidades”, de comentar las re(genu)flexiones diarias de estos tarados ya se encarga don José María Izquierdo en su blog y lo único que puedo hacer yo al respecto es promocionar su sacrificio.

Pero volvamos al grano: para tranquilizar a los dueños de ese dinero prestado, principalmente para que siguieran suministrando dinero a crédito, se llevaron a cabo dos acciones: transformar deuda privada en deuda pública y enmendar la Constitución Española para poner en negro sobre blanco que el pago de esa deuda es prioritario, y ahí es cuando viene el apocalipsis de nuestro sistema político-económico actual:

 Artículo 135 de la Constitución Española, punto 3, párrafo 2:

 Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta.

 A mediados del año pasado ya habían periodistas que vaticinaban que el rescate a la banca saldría caro sin una quita, que no se ha producido. No “caro” en un sentido monetario, sino bastante más feo, porque en un momento dado se produciría un colapso institucional. Ahora mismo, en cada decisión que se toma a nivel gubernamental, el estado debe decidir que parte de la constitución prefiere incumplir, la que otorga a los ciudadanos una serie de prestaciones, contenidas en el concepto Estado de Bienestar, o el mencionado artículo 135.

De hecho esa decisión ya está tomada de antemano caiga quien caiga, el problema vendrá cuando el Tribunal Constitucional empiece a repartir estopa a un lado y al otro de esa balanza. Por ejemplo, la retirada de la paga extra de los funcionarios en diciembre pasado o el recorte retroactivo de las pensiones son claramente contrarios a la Constitución, por lo tanto el TC debería resolver en que se devuelva ese dinero a sus legítimos dueños.

Pero en un presupuesto como el actual en el que un porcentaje DESCOMUNAL va a parar al pago de los intereses de la deuda y en el que cada euro es vital, sacar de la caja 5.000 millones porque lo diga el constitucional -al declarar fuera de la constitución los decretos que consiguieron “ahorrar” ese dinero-, va en contra del artículo 135 de la constitución ya que ese dinero no se usará de forma “absolutamente prioritaria” para el pago de la deuda pública.

¿Se imaginan al constitucional declarando inconstitucional una resolución propia?

Teníamos una Constitución que era, respecto a otras constituciones, bastante extensa, ambigua, laxa y que remitía en exceso a leyes orgánicas.

Ahora, además, tenemos una constitución que tal como está es INCUMPLIBLE. Es una manta demasiado corta, si nos tapamos la cabeza nos destapamos los pies y viceversa.

Pero tranquilos, busquen el título de la entrada y verán como no es un problema en el que estemos solos. De hecho, el único consuelo que nos queda, si se puede llamar así, es que si nosotros caemos nos llevaremos por delante un par de buenas democracias occidentales.

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